astrolabios /Mayra Santos Febres
quiso besar el sol,
el centro del sol
con espejos que miden la Tierra
en su transcurso por el universo.
su padre, cómplice, le enseñó
a besar el sol, el centro del sol,
y a marcar los signos y los designios como labios.
pero el sol quema,
los saberes del sol frente a las cosas oscuras, queman;
frente a los hábitos oscuros del terror
frente a los viajes y los desplazamientos
de todo cuerpo terrestre o celeste,
buscando el conocimiento:
esa pasión
ese beso de los astros
que desmembraron el cuerpo de Hipatia
los hábitos oscuros
de los monjes de San Cirilo de Jerusalén
pretendieron
que aquella que besaba el sol
renunciará a su pasión y acatara
el ojo cerrado de lo Divino
esa fe ciega
cerrada a toda otra luz.
los hábitos del terror arrancaron la carne de la observadora
le quemaron sus labios, su labia,
su carne ensangrentada fue arrojada por todos los rincones
de Alejandría
y luego, amaneció.
¿qué es esta soledad?
este no estar
este habitar en un lugar sin sitio y sin tiempo
este querer que nada te perturbe
ni los gritos de las crías
ni el regreso del cazador/recolector
ni las inútiles tareas de recoger, cuidar
desechar, buscar sustento.
inútiles no son -le recuerdan los viejos de la especie
y de la ley.
pero ella, ay, la luna, ella la escribiente
insiste en que sí porque no va con la naturaleza
de esa otra inclinación que hace preguntas
y traza caminos en el aire.
¿es esta mi soledad?
¿es esta la renuncia de la que hablaban las guerreras?
¿cómo se sale de aquí y luego, cuando se está afuera,
cómo se entra?
¿es acaso por esto que los viejos de la especie no quieren
que yo sea
la que marque
la que tome nota
la que cuente los cuentos de los astros y de las cosas?
¿acaso quieren para sí solos
está preñada soledad?
Imagen tomada de : Hüseyin Özçelik
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